El corazón también está expuesto a la contaminación de los químicos tóxicos, ya que estos entran a nuestro torrente sanguíneo y afectan nuestro sistema cardiovascular. Ejemplos: falta de oxígeno en sangre (hipoxia) por monóxido de carbono; descenso de leucocitos en sangre por daño de la médula ósea por cloranfenicol o leucemia por benceno.
El monóxido de carbono se produce cuando se queman materiales combustibles como gas, gasolina, querosén, carbón, petróleo o madera. Las chimeneas, las calderas, los calentadores de agua y los aparatos domésticos que queman combustible, como las estufas u hornillas de la cocina o los calentadores a querosén, también pueden producir monóxido de carbono si no están funcionando bien.
Los vehículos detenidos con el motor encendido también despiden dicho gas.
Un detalle que a veces descuidamos en casa, es tener la estufa prendida y no tener la cocina muy ventilada. Este detalle es muy importante para no contaminarnos de monóxido de carbono.
El cloranfenicol e un antibiótico pero debido a sus serios efectos secundarios (daño a la médula ósea, incluyendo anemia aplásica) en humanos, su uso se limita a infecciones muy graves, como la fiebre tifoidea, meningitis y tifus.
El benceno está presente en el petróleo crudo, la gasolina y el humo del cigarro. Se utiliza industrialmente como solvente en las pinturas y otros químicos y productos tales como tinturas, detergentes, nylon, plásticos y pesticidas
¡Cuida tu corazón! Yo te lo pido ¡Es maravilloso!