Es muy importante definir que cuando nos referimos a la Familia Elegida estamos hablando del conjunto de personas que forman parte de nuestro ecosistema relacional elegido en libertad.
Aquéllos que nos acogen, acompañan y ayudan a crecer en libertad y responsabilidad, con quienes mantenemos lazos de afecto y amor mutuo.
Hay vínculos que nos han sido dados y otros que elegimos libremente.
Padres, hermanos o familia biológica no la podemos elegir, pero sí la forma como nos relacionamos con ellos:
-quedarnos o irnos,
-vincularnos o desvincularnos.
-Trabajar para hacer crecer nuestra relación o coartarla.
¿Cómo crear un ecosistema que nos empuje a crecer juntos?
A través del ejercicio diario del amor, podremos ser capaces de vincularnos afectivamente desde la libertad. Cuando se tiene un proyecto de crecimiento conjunto, cuando de casa se hace un hogar; cuando cada miembro en la familia es visto como único y respetado.
Cuando nos parece más importante que el vínculo sea de afecto más que genético o de sangre. Cuando cada uno sea animado a construir la confianza necesaria para vivir en entornos cada vez más cambiantes e inciertos. Cuando en lugar del “debes” autoritario de padre, puedes tomar opinión y llegar a acuerdos de todos los miembros de la familia. Cuando en cuestiones de decisión de vocación, se escucha al interesado y se le orienta a elegir libre y responsablemente.
Amor y ética son la mejor garantía para vincularse en equilibrio.
En este tiempo en que la prisa apura, en que las decisiones muchas veces se apoyan en creencias y estereotipos familiares, es tiempo de valorar, reincorporar el afecto, el amor sin dosis, sin medida con el único objetivo de seguir formándose y desarrollar individuos íntegros.
Soy Alicia Michel, máster en Ecología Emocional. Puedes escribirme a ecoemociones@gmail.com