Así como la forma correcta de deshacernos de los residuos que se producen en el hogar es depositándolos en los distintos contenedores para su adecuado desecho, reciclado o proceso; las basuras emocionales deben seguir también un proceso.

La basura emocional es todo residuo toxico que queda de una incorrecta gestión(administración) emocional o de la ausencia de ésta.

Algunas de estas basuras son:las quejas, rencor, resentimiento, mal humor, desgano, desánimo, rumores, juicios negativos, furia, rabia, menosprecio, cinismo, etc.

Te imaginas ¿Qué pasaría si a diario en lugar de depositar los residuos que se generan en tu casa en su lugar correcto, las llevas a una habitación, las acumulas, y cierras bien la puerta?. ¿Qué ocurriría? empezaría a oler mal toda la casa, la vida sería imposible tanto para quienes ahí habitan como para los vecinos! ¡que tontería hacerlo! La basura se descompone, seguro se quejarían. Por sentido común, esto no sucede, las ponemos en contenedores.

Pero, con nuestras basuras emocionales, ¿Qué hacemos? No somos conscientes de que cuando nuestro interior está contaminado, el mal olor también sale y molesta a nuestros vecinos. No nos damos cuenta de su existencia, las negamos, las ocultamos, dejamos que se pudran sin deshacernos de ellas, permitimos que contaminen nuestra “casa interior”. Por higiene emocional, también debemos deshacernos de esas basuras emocionales.

 

Cómo eliminar la basura emocional

basura emocional

Es tarea importante para tener limpia nuestra “casa” emocional. Como podemos deshacernos de esta basura?

Esta es la tarea de la ecología emocional, gestionar adecuadamente todo lo que hay en nuestro interior. Las emociones mueven energías, tenemos que dejar que fluyan, permitir que la energía se libere, se exprese y no quede atrapada.

Tanto el hecho de acumular basura como el de soltarla indiscriminadamente para aliviar la tensión, son conductas irresponsables y poco inteligentes.

Los residuos emocionales deben eliminarse sin contaminar el medio relacional, esto es sin intoxicar a los demás.

Usando como filtro las siguientes características, podremos realizar una gestión adecuada de nuestras emociones:

LA PRUDENCIA es el valor de saber cuándo hacer y decir las cosas para que salgan bien.
El valor de la prudencia, es el que nos permite saber cuándo es momento de algo, momento de actuar, de hablar, de caminar o de parar.
Una persona prudente, es la que cuida sus palabras y acciones para no hacer algo mal, es la que toma en cuenta que todo tiene su instante para producirse.

EL AUTO CONTROL EMOCIONAL es la capacidad que -si no se posee, se puede desarrollar- nos permite controlar nuestras emociones y evita que éstas nos controlen a nosotros y anulen la posibilidad de elegir lo que queremos sentir en cada momento de nuestra vida. Nosotros somos los actores o hacedores de nuestra vida ya que de las pequeñas y grandes elecciones depende nuestra existencia; tenemos la importante posibilidad de ser felices o no, a pesar de los acontecimientos externos.

LA SENSIBILIDAD es la propensión natural del ser humano a dejarse llevar de los afectos de la ternura y la compasión. Ser sensible a las necesidades emocionales de los otros es una característica de personalidad positiva, en la medida que permite identificarse con los sentimientos ajenos y tener una vinculación profunda con las otras personas.

EMPATIA es la capacidad que tiene el ser humano para conectarse a otra persona y responder adecuadamente a las necesidades del otro, a compartir sus sentimientos, e ideas de tal manera que logra que el otro se siente muy bien consigo mismo.

Puedes actuar de forma impulsiva, herir utilizando a los demás como “contenedor de tu basura emocional”, puesto que tienes libertad. Pero si tu forma de actuar es responsable y gestionas tus emociones caóticas y les das una salida no violenta, estarás haciendo una adecuada gestión emocional para deshacerte con responsabilidad de esa tóxica basura emocional.

Si bien no somos responsables de lo que sentimos, sí somos responsables de lo que hacemos con ello.

¿Qué decides: crear o destruir?

Te recuerdo que la Ecología Emocional nos propone ser personas CAPA, esto es: creativas, amorosas, pacíficas y autónomas.


Así como la temperatura de la tierra se calienta, también se eleva la temperatura de nuestras emociones, provocando calentamiento emocional global.


El calentamiento emocional global es producto de la contaminación emocional crónica.


Estamos en presencia de un calentamiento emocional global, cuando existe aumento en los siguiente síntomas:


– Agresiones verbales: gritos, ofensas, insultos, groserías, burlas
– Agresiones físicas: golpes, patadas, manotazos, puñetazos, empujones
– Agresiones psíquicas y morales: humillar, difamar, calumniar, criticar destructivamente, menospreciar
– Ansiedad exacerbada: fobias, manías, agorafobia, claustrofobia, angustia, depresión.
– Enfermedades físicas: cáncer, diabetes, enfermedades del corazón y otras.

Para prevenir un calentamiento emocional global, es necesario limpiar nuestro clima emocional, haciendo uso de energías limpias y renovables, y evitando desprender gases emocionalmente contaminantes, como quejas, rumores, insultos, juicios de valor y menosprecios, que aumentarán la temperatura emocional e impactarán directamente en el clima de todos.


¿Qué son las energías limpias y renovables?


Las emociones mueven energías afectivas dirigidas a la acción. La palabra emoción, viene del latín “moveré” que significa mover; por ejemplo cuando sentimos alegría queremos acercarnos a las personas, cuando tenemos miedo tendemos a huir.

Cada vez que nos movemos por alegría, amor, esperanza, confianza, generosidad, estamos utilizando energías limpias y renovables.


Cuando nos movemos a partir del miedo, obligación, resentimiento, hipocresías o por interés, utilizamos energía contaminante y tóxica. Este tipo de energía nos enfermará física y emocionalmente, afectando también a nuestras relaciones.

Reflexionemos, ¿nos movemos por energía limpia y ecológica? O ¿por energía contaminada y tóxica?

Gestionar nuestras emociones es una de las mejores estrategias para equilibrar el clima emocional global; invirtiendo tiempo y voluntad, mejoraremos como personas, y cambiando desde lo individual, sanaremos nuestro entorno.

En nuestro día a día, lanzamos al medio ambiente gran cantidad de productos contaminantes (quejas, victimismo, lamentos, juicios, agresiones) que no procesamos correctamente.

Son fruto de nuestra incompetencia para gestionar nuestras emociones caóticas (celos, envidia, miedo).

Nuestra realidad es un reflejo de cómo vivimos y sentimos, por eso el mundo sufre tanto. Tenemos que asumir la responsabilidad de autogestionar y dedicar un rato cada día a nuestra higiene emocional. Toda emoción tiene un impacto en el mundo exterior, y depende de cada uno de nosotros comprometerse a gestionarla de forma sostenible, esto es mantenernos equilibrados interna y externamente.

“Si cada día nos arreglamos el pelo, ¿por qué no hacemos lo mismo con el corazón?” Mahatma Gandhi

Cuenta el periodista Sidney Harris que un día acompañó a un amigo a buscar el periódico a su quiosco habitual. Su amigo saludó amablemente al quiosquero, le pidió el periódico. El hombre se lo dio de mala manera, gruñendo. Su amigo, no obstante, le dio las gracias y le deseó un buen fin de semana. Al marchar, Sidney le dijo a su amigo:
– Dime una cosa, ¿este hombre es siempre tan mal educado?
– Si –respondió su amigo- suele comportarse habitualmente así.
-Entonces, ¿por qué eres tan amable con una persona así?
– Muy sencillo, porque no quiero que sea él quien decida cómo me debo comportar yo.
Si el amigo de Sidney hubiera respondido con más contaminación emocional al quiosquero, generaría el fenómeno del calentamiento emocional global.
Este relato ilustra el modo de afrontar la contaminación emocional de otras personas y cómo la decisión de protegernos de sus emisiones esta en cada uno de nosotros.

Hasta la próxima! Soy Alicia Michel Master en Ecología Emocional.

Cualquier duda puedes escribirme a ecoemociones@gmail.com